miércoles, 4 de julio de 2012

Resistencias mentales


En otra entrada anterior hablaba de “desprogramar”. Una de las cosas para las que se necesita saber “desprogramar” la mente, es para superar las barreras mentales que nos convencen de la imposibilidad de hacer cosas que deseamos hacer.

Naturalmente, esas barreras mentales también las crea uno mismo, como resistencia al cambio, al sueño que parece imposible, de altos vuelos, demasiado inalcanzable para que se haga real. Tememos al desencanto, a no conseguirlo o a estar dejándonos llevar de nuestro deseo y una idealización…En definitiva, no queremos sufrir y, la palabra clave: tememos a lo que pueda pasar.

Pero no nos damos cuenta de que ese temor, ese miedo, es tan irracional como creer posible cualquier sueño. Porque ese temor también es inventado, también es solo una idea, negativa, pero igual de irreal, como lo es cualquier proyecto aún no acometido. Y, lo peor, es que, ese simple pensamiento negativo en forma de temor, nos frena el propio avance.

¿Qué son las barreras mentales?

Las barreras mentales son la consecuencia producida por el miedo al fracaso, a dejar lo que creemos seguro o estable. Es la defensa que nuestra mente esgrime, disfrazada de cordura, prudencia o prevención.
Algunas barreras mentales más habituales, según la situación que las provoque, son:
  • Falta de planificación- Muchos proyectos se quedan por el camino porque no se ha planeado bien cómo desarrollarlos. Mantener la serenidad, la constancia y la ilusión facilitará ver las posibles opciones para llevarlo a cabo. Hay que ser realista, sin caer en el pesimismo o el optimismo. Planificar ayuda a evaluar los pasos de cada etapa. Por eso, no conviene hacer juicios anticipativos, sino confiar en la realización de cada fase del proyecto, y perseverar.

  • Incapacidad- La indecisión o la falta de costumbre pueden hacernos creer que somos torpes o incapaces para una actividad. Nadie nace enseñado, y los errores pueden servir para aprender a no cometerlos. Siempre existirá quién nos diga que no estamos capacitados, que nuestro deseo no es viable o que, simplemente, es mejor "quedarse en lo seguro". Los motivos de esas personas pueden ser muchos, y no necesariamente malintencionados, pero es uno mismo quien debe convencerse de la posibilidad de seguir adelante o no, sin desfallecer por comentarios que, quizás, sean infundados.

  • Baja autoestima- La falta de amor hacia uno mismo puede hacerle sentir débil, incapaz o que no merece vivir mejor. Eso es falso en todos los casos; todos merecemos mejorar, todos podemos hacerlo, solo hace falta querer y empezar a creer en nuestro potencial, que sí existe.

  • Ira o rabia-   Esas emociones se convierten en obstáculos para avanzar hacia la satisfacción personal, desenfocando los objetivos reales y aprisionando a la persona en deseos de revancha y odio, enquistada en algún suceso del pasado que le dañó. Lejos de potenciar el crecimiento y la superación, la ira es tan solo el dolor que resta de una mala experiencia. Afrontar que se siente esa ira, la disuelve.

  • Decepción- Los fracasos durante cualquier trayecto hacia un objetivo son inevitables. Eso no significa que el resultado final deba ser fracasar. Pero la desilusión es un fuerte componente disuasorio, que solo la fe en uno mismo y la constancia pueden combatir.

  • Apatía- El desinterés, el cansancio y la pereza son “barreras mentales” muy habituales y que pueden hacernos cambiar de opinión muy fácilmente. Por eso hay que ser firmes en el propósito inicial y tener claras las ideas de lo que deseamos. Volvemos aquí a recomendar la constancia, el descanso y la serenidad.

  • Impaciencia- Durante la puesta en marcha de un proyecto, suele desearse ver cuanto antes los resultados apetecidos. Eso hace que la impaciencia convierta el disfrute de ese camino en solo un tránsito angustioso y contra reloj, con el enfoque de la felicidad puesto en el futuro. Los resultados pueden variar también en función de cómo se está realizando el proyecto, con qué ánimo y talante. Centrarse en el paso a paso, en disfrutar ese avance, concentrándose en los detalles necesarios de cada momento, celebrando cada pequeño éxito, ilusionándose con el progreso, por lento que parezca, dará como resultado algo mucho mejor que lo que se hace con prisas y percibiendo el trabajo como una carga que hay que soportar para un fin determinado. Si lo que se hace gusta y lo que se quiere conseguir apetece, ¿porqué no disfrutar cada instante?

  • Idealización de las expectativas- Es positivo marcarse retos, tener sueños y querer realizarlos, pero en ningún momento dejarse llevar por idealizaciones que escapen de la realidad. Las posibilidades que ofrezca cada momento deben poder apreciarse con buen juicio y realismo, para poder utilizarlas, y sin dejarse llevar por aspiraciones de grandeza. Si lo que hacemos puede llegar a ser excelente, lo será por sí mismo, por estar bien hecho y por merecimiento, y en ello es en lo que hemos de trabajar, sin idealizar a priori las recompensas o reconocimientos.

Quedarse quietos, culpar a otros

Muchas personas que han visto alejarse sus sueños o los han postergado por diversas causas, acaban culpabilizando a otras personas o a hechos puntuales en su vida, de sus fracasos. Esa manera de pensar tan solo contribuye a dañarles a ellos mismos, a su entorno y, por su puesto, a la realización de su vida presente y futura.

Si en el pasado no se pudo concretar lo que se deseaba hacer, el camino correcto es emprenderlo de nuevo en cuanto los obstáculos de entonces han desaparecido. Pensar que “ya es tarde”, “no es posible conseguirlo”, “entonces no pude y ahora tampoco podría”, no son más que barreras mentales que martirizan, crean impotencia y rencor y paralizan a la persona.

Culpabilizar a otros y estancarse en esa culpabilidad, merecida o no, es también crear nuevos obstáculos, nuevas barreras para no llevar a cabo lo que tanto se deseaba. Es otra “excusa” de la mente para mantener al individuo en el estancamiento personal. 
 
Espero que estas indicaciones os ayuden a daros cuenta de lo fácil que es caer en las barreras mentales, en los autoengaños que nuestra mente, inconsciente y automáticamente, nos crea, creyendo protegernos. Conocer esos impedimentos auto inducidos es poder sortearlos y evitarlos ¡Os deseo éxito en todo lo que emprendáis!

3 comentarios:

  1. Otro artículo para guardar. Muy interesante, lo leeré con más atención que hoy he llevado un día muy liado. Pero tienes toda la razón, caer en las barreras mentales es muy fácil ¡si lo sabré yo! Espero que leer con más profundidad tu texto me ayude.

    Muchos besitossss

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  2. Joer, es que te pones a leerlo y asientes a todo. Yo por lo menos. Y hasta parece fácil. Tendremos que reeducar nuestros cocos para que no se nos formen tantísimas barreras como tenemos dentro. Ays, Lola, cómo me gusta tu blog nuevooooooo!!!!

    Besos sin barreras!!! ;-D

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  3. Pues, fíjate que me alegro de que os haya gustado a las dos...Yo es que soy mucho de "barreras", y ya estaba pensando en qué pensarían de mí mis amigas...Pero últimamente vigilo bastante lo que pienso, y las he cazado (a las barreras esas), tentándome para dejarlo estar. Así que me he dicho: "¡A la porra, que seguro que a muchas nos viene bien recordar que son inventos!"..Y, me ha salido esto que leéis.

    Que gracias, guapísimas. Un beso,Mariii...Un beso, Lola

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