Cuando algún problema nos agobia y estamos dándole vueltas,
el nerviosismo colapsa la mente y solo tendemos a ver todo negro, sin salidas o
a sentirnos vulnerable y sin saber qué hacer. Es una reacción típica en la que han
intervenido muchas emociones entremezcladas: sorpresa o pasmo, incertidumbre, precipitación o temor,
anticipación (ya estamos imaginando que todo será un desastre y que no vemos la
solución), más temor, agotamiento emocional, agobio…
En una situación tan confusa, que no vengan a decirnos que, "para
regular y modificar el estado de ánimo, precisamos que la IE (Inteligencia
Emocional) ponga en marcha cuatro componentes, según el modelo de habilidad que
proponen Jack Mayer y Peter Salovey, los científicos que acuñaron el término
“inteligencia emocional”, concepto que desarrollaron en sus estudios, y que son
:
Percepción y expresión emocional: reconocer conscientemente las
emociones e identificar los sentimientos, y ser capaces de darles una etiqueta
verbal.
Facilitación emocional: capacidad para
generar sentimientos que faciliten el pensamiento.
Comprensión emocional: integrar lo que
sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los
cambios emocionales.
Regulación emocional: controlar y manejar
las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz."
Sin embargo, eso es lo que hay que hacer pero, dicho en
otras palabras, nos sonará más comprensible y sentiremos que podemos llevar a
cabo cada uno de esos puntos. Por ejemplo, si nos lo explican diciendo que solo
hay que concentrarse en lo inmediato, en las necesidades más prioritarias,
darse tiempo, cuidarse y relajarse y que la consigna es pensar qué podemos
hacer con el problema “aquí y ahora”, estaremos simplificando la cuestión.
En realidad, ese es el primer “secreto” de la autoayuda, que
no tiene que ser un manual exacto de psicología, ni adecuarse concretamente a
la problemática de cada persona, pero que funciona, al explicar de un modo
accesible a cualquier mente cómo controlar las emociones que nos desbordan.
Paso a paso, con la
Inteligencia Emocional..., o “autoayudándonos”
Lo primero que en los libros de autoayuda se hace plantear
al lector es qué emociones generan su sentimiento de descontrol, pérdida o
vulnerabilidad. "¿Sientes tristeza?, ¿sientes ira?, ¿te sientes
perdido?", preguntan las cabeceras de casi todos los manuales, para añadir
posteriormente que, con esa guía, se podrá encontrar la calma que lleve a la
solución. Quien así se siente, se identifica inmediatamente con el enunciado y
buscará el mensaje en las páginas siguientes. Sin darse cuenta, están poniendo
en práctica su inteligencia emocional, tal como dicen los doctores Meyer y
Salovey, identificando sus emociones.
El conferenciante y escritor estadounidense Daniel Goleman, "explotó" muy bien ese sistema, investigado en realidad por Meyer y Salovey. Lo hizo en su libro "La Inteligencia Emocional", que todavía es best-seller y por el que se le suele reconocer como precursor del método...; su mérito real es simplicar lo que los otros dos investigadores descubrieron y desarrollaron. Góleman, les pidió permiso para nombrar el método en su libro..., pero se "olvida" de nombrarles en sus conferencias como los precursores de él, a menudo.
Cuando el estado de ánimo está alterado, se siente urgencia
de calmarlo ante todo. Las palabras “aquí y ahora” transmiten esa inmediatez
que parece dar la clave a nuestro cerebro para prestar atención. “Aquí y ahora”
se nos va a ofrecer una solución para hallar la calma, ¿quién puede resistirse
a eso? Nada de largas terapias, nada de paciencia con nuestro sufrimiento; el
mensaje es “aquí y ahora”, y eso, de por sí, ya tranquiliza. Todos podemos
asumir que debe haber una solución “aquí y ahora”. Y, sin saberlo siquiera,
estamos integrando el segundo concepto de la metodología de Mayer-Salovey;
recordemos:
Facilitación emocional: capacidad para generar sentimientos
que faciliten el pensamiento.
La sensación de estar cerca de encontrar una solución de
forma inmediata, facilita poder pensar.
Mantener la
serenidad, aquí y ahora
La tercera parte del mensaje es: “¿qué puedes hacer aquí y
ahora?”. Se nos aclara, prácticamente en todas las guías de autoayuda, que lo
siguiente que podemos hacer es recuperar nuestra calma, nuestra serenidad.
Apenas lo lee, la persona preocupada o emocionalmente dolorida, intenta
comprobar si realmente queda calma en su interior. La desea tanto que descubre
que sí, que puede sentir un poco más de tranquilidad y pararse a pensar, a
observar el problema que le inquieta.
Esa es la fase tres del método de la habilidad de la IE:
comprensión emocional, integrar en el pensamiento los sentimientos y empezar a
asumir la complejidad emocional que sufrimos.
Cuarto paso,
controlar las emociones, hallar la paz interior
Una vez el “aquí y ahora”, la concentración en el momento
presente, nos ha traído un poco de la serenidad necesaria, el mensaje de
autoayuda nos indica que “nosotros podemos tomar el control de nuestras
emociones, y no dejarnos llevar por ellas”. Algunos autores lo llaman “buscar
la paz interior”, otros “tomar el control de nuestra mente”, y algunos “acallar
al ego, en beneficio del yo”. Da igual la visión más o menos espiritualista,
filosófica o científica con que se imparta la enseñanza: todos aciertan, porque
lo importante es que se pueda ser consciente del control de las propias
emociones, antes de que dominen la situación.
De ese modo, aprendemos a elegir emociones positivas, porque
nos damos cuenta de que nos benefician más que quedarnos centrados en las
negativas que las circunstancias adversas nos inspiran. Justo lo que recomienda
el cuarto principio deducido por los psicólogos Mayer y Salovey en su método de
la habilidad para la evaluación de la inteligencia emocional.
Autoayuda vs.
Psicología
Así pues, podemos concluir que los métodos de autoayuda y
los de la psicología moderna- o la inteligencia emocional- no solo se complementan,
sino que se retroalimentan. Los primeros ponen los medios más sencillos para
acceder al paciente, mientras los segundos son la base empírica en la que
apoyarse.
Con cierta ironía, un profesional de la medicina mental
comentaba entre amigos que, la llamada autoayuda, es “la psicología para el
pueblo llano” y añadía que, si así la hacía más comprensible y practicable,
bienvenida sea.
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