¿Qué te duele, a nivel físico y a menudo? ¿Sabes de qué puede provenir ese machacón
dolor de cabeza o el repetitivo dolor de espalda?
Es curioso que la mayoría de los achaques comiencen a
aparecer hacia la mediana edad, cuando las personas empezamos a tener una
variada trayectoria de incidentes emocionales en nuestras vidas; aunque cada
vez más jóvenes se van viendo afectados, debido al estrés de la inseguridad en
el futuro. Se entiende mucho mejor
cuando se sabe que, como muchos investigadores médicos han determinado en los
últimos años, la influencia de las emociones fuertes y negativas deja su huella
en el organismo y, dichas emociones, se
manifiestan a través de él.
Lo que damos en llamar “achaques”, dolores molestos y
aleatorios, que nos hacen vivir incómodos o complican nuestra existencia con
innumerables visitas a los médicos, si persisten, no parecen tener una causa física definida y
afectan a una gran mayoría de la población adulta. Muchos de estos trastornos,
como dolores musculares, alteraciones gastrointestinales, jaquecas, mareos,
alergias dérmicas y otras pequeñas dolencias, que a veces parecen crónicas y se
repiten a lo largo de los años, no son fácilmente diagnosticables, al no
deberse a causas físicas comprobables, como demuestran los análisis y chequeos
médicos. Son las llamadas "enfermedades psicosomáticas".
Dolores o trastornos
psicosomáticos
Cada vez más, la ciencia médica demuestra que cuerpo y mente
interaccionan más de lo que se asumía hasta no hace muchos años. Poco a poco,
se admite entre los profesionales de la salud que ciertas dolencias y
enfermedades pueden ser debidas, o verse influidas, por los procesos mentales,
al igual que éstos sufren cambios cuando se padece una enfermedad física.
Un fuerte trauma, el estrés y la depresión repetitiva o
continuada, provocan síntomas físicos que pueden confundirse con patologías
orgánicas. El ser humano es un todo en el que cuerpo, mente y espíritu se
intercambian información. Si una parte enferma, las demás lo expresarán a su
modo.
El doctor John Sarno creyó haber dado con la explicación a
esa epidemia de los siglos XX y XXI, y llamó a su, entonces, teoría “Síndrome
de Miositis Tensional o neuromuscular” o TMS. ¿En qué consiste esa teoría, hoy
en día llevada a la práctica por algunos profesionales y terapeutas médicos,
para el tratamiento de todas esas afecciones? Es lo que explica en “La mente
dividida”, el último de sus libros sobre el síndrome que descubrió.
¿Qué me pasa, doctor?
La mayoría estaremos de acuerdo en que cuando estamos
altamente nerviosos, pasamos por un mal trance o generamos un alto nivel de
estrés, nos sentimos mal físicamente. ¿Quién no ha tenido náuseas ante un
evento importante en su vida- las famosas “mariposas en el estómago”, al
menos-, o ha sentido dolorido todo el cuerpo frente a un golpe emocional?
O, quizás, nos damos cuenta de que, al estar sometidos a una
tensión estresante, aparece ese dolor de cabeza pulsante y persistente, o los
músculos de la espalda parecen haberse inflamado, y nos producen tirones,
molestias o dolor. Sin embargo, a menudo basta con que pase ese momento de
inquietud o sufrimiento emocional, para que esos dolores se alivien o
desaparezcan en cuanto nos sentimos más tranquilos. Es lo que se llama “dolores
psicosomáticos”, y lo que demuestran es que nuestras emociones más profundas y
negativas influyen en nuestro cuerpo, reflejando en forma de dolencias o
molestias físicas nuestro malestar psicológico.
El doctor Sarno va más allá, y se atreve a decir que muchas
afecciones musculares, aparentemente crónicas y de origen físico, muchos
problemas gastrointestinales, como el reflujo, la acidez estomacal habitual, el
colon irritable o incluso las úlceras, así como numerosas alergias, la
hipertensión, fibromialgias y otros
trastornos, no son producto de un fallo del cuerpo, sino de la repercusión de
nuestro sentir emocional en conflicto.
Según los estudios efectuados por John E. Sarno y sus
colegas del Instituto de Rehabilitación Howard E. Rusk del Centro Médico de la
Universidad de Nueva York, incluso enfermedades como el cáncer, dolencias cardiovasculares, o el colon
irritable, pueden ser producidas por fuertes estados emocionales, perpetuados a
través de mucho tiempo.
Muchas personas se
pasan largas etapas de sus vidas buscando las causas a sus dolores de tipo
crónico, sin que los médicos encuentren trastornos físicos que determinen un
diagnóstico. En la mayoría de esos casos, si no en todos, esos padecimientos se
deben a factores psicológicos. Son los llamados dolores psicosomáticos, que
pueden estar producidos por diversas alteraciones psíquicas.
En psiquiatría, están definidas ciertas formas de conducta
que parecen propiciar algunas enfermedades. Según su tipología (A,B o C), estos
distintos rasgos de personalidad predispondrían a sus portadores a desarrollar
ciertas dolencias graves. De ese modo, los individuos de la personalidad
establecida como tipo A, respondería al perfil de personas inquietas,
impacientes, muy involucradas con su trabajo, hiperactivas, con tendencia a
poder padecer cardiopatías. Quienes concordaran dentro de la personalidad B,
serían sujetos tranquilos, equilibrados, confiados y con buena expresión de sus
emociones, y no presentarían tendencia asociada a ninguna enfermedad, ya que su
comportamiento parece proteger a su organismo. Mientras que, la personalidad C,
correspondería a personas sumisas, conformistas y pasivos, con baja capacidad
de expresión de sus emociones, que algunos estudios señalan como propensos al
cáncer.
Pero la manifestación más común de los trastornos
psicosomáticos suele ser a causa de fuertes shocks emocionales, traumas, o las
secuelas de esas situaciones, como el estrés emocional o la depresión exógena.
Cualquier persona puede estar expuesta a esas manifestaciones, como reflejos en
el cuerpo de problemas psicológicos no resueltos.
“La mente dividida”
de John E. Sarno
John Sarno, dice en la introducción
de su libro que “el objetivo principal de 'La mente dividida' es explicar la
naturaleza del proceso psicosomático, especialmente el estado psicológico que
da lugar a evidentes síntomas físicos. El objetivo secundario es llamar la
atención hacia la estrechez de miras de muchos practicantes de la medicina
contemporánea que no reconocen la existencia de los trastornos psicosomáticos y
que, al actuar de esta forma, contribuyen a su propagación.”
El título del libro se debe a la
existencia de lo que los profesionales denominan “dos cerebros”, y que no es
más que las dos partes en que fisiológicamente parece dividirse el cerebro
humano. Una, la primitiva, la que hace aflorar nuestro infantilismo, nuestra
agresividad o nuestro miedo, es la mente inconsciente, que se produce en la
parte más profunda del cerebro, justo por encima del tronco cerebral; la otra,
de relativamente más reciente “descubrimiento”, es el llamado neocórtex
frontal, producto de la evolución, que genera la mente consciente, los pensamientos
civilizados, la razón, el intelecto, la comunicación y la moral del hombre
moderno que conocemos. La interacción de estas dos partes del cerebro, producen
esos trastornos psicosomáticos, como respuesta a las emociones, al sufrimiento
emocional.
Naturalmente, al tratarse de dolores
físicos producidos por estados emocionales, la medicina convencional suele no
encontrar el origen, ni conocer la medicación adecuada para su desaparición. El
método del doctor Sarno, sin embargo, se ha revelado efectivo en miles de
pacientes, al abordar los problemas físicos desde el punto de vista de “curar”
las emociones negativas que los provocan.
Métodos para evitar el dolor
psicosomático
Cualquier dolencia, molestia o sintomatología recurrente, debe ante todo ser diagnosticada por un médico. Si no se encontraran factores físicos que explicasen la enfermedad, debe tenerse en cuenta la posibilidad de que se trate de un trastorno psicosomático y acudir a un especialista que ayude a determinar los posibles motivos psicológicos y a ponerles remedio.
Si
se ha pasado o se está pasando por un duro trance, es muy probable que se
presenten dolores de alguna índole, junto al sentimiento de angustia, pena o
frustración. Afrontar estas situaciones con el máximo positivismo, aceptación
(que no resignación) y paciencia, evita que el organismo se vea afectado.
Existen
técnicas de relajación que contribuyen a pasar esas etapas evitando el estrés,
calmando el ánimo y mejorando el estado físico general. La meditación, el
control de la respiración, el ejercicio o deporte equilibrado, la
musicoterapia, como ejemplos, y un progresivo cambio de mentalidad hacia lo
positivo, ayudan a una mejor comprensión de la situación y de los propios
sentimientos. Los dolores psicosomáticos producidos por traumas emocionales,
suelen desaparecer cuando el conflicto emocional es abordado, expresado y
tratado correctamente.
Pueden
existir otras manifestaciones de tipo psicológico que cursan con dolor o con la
sensación de estar enfermo. El trastorno de somatización (hipocondría), o el trastorno
de conversión, serían algunas de estas posibilidades. Por ello, es importante
acudir a los profesionales de la salud cuando un síntoma doloroso se muestra
recurrente pero, una vez descartado el factor de origen orgánico, tratar también el estado anímico y mental. Es bueno saber que,cambiando la forma de enfocar los problemas cotidianos, podemos evitar dolores y molestias que perjudican nuestra calidad de vida.