Aprendemos desde,
prácticamente, el momento de nacer. El recién nacido “aprende” de forma automática e inconsciente a respirar
por la nariz, a mover sus manos para agarrar las cosas, a succionar su
alimento. Desde ese momento y en adelante, la vida es un continuo aprendizaje,
voluntario o involuntario, y todo en nuestro entorno nos alienta a aprender
nuevas ideas, actitudes o habilidades, que formarán nuestra forma de ser y de
pensar.
Por eso, pocos de
nosotros esperábamos de adultos que una palabra que suena tan ajena a nuestra
mentalidad fuese cobrando fuerzas de prioridad, en la época que nos ha tocado
vivir: “desaprender”. Pero, así es; desde el mundo empresarial hasta los nuevas
teorías para mejorar la personalidad, recomiendan cada vez en voz más alta que
desaprendamos conceptos que se demuestran obsoletos o equivocados, y que nos
inculcaron como ideas o incluso valores, tiempo atrás.
¿Qué es desaprender?
La palabra “desaprender”
va pasando de ser algo extraño y contradictorio a, incluso, un término de moda,
utilizado hasta como reclamo publicitario. Un innovador anuncio, presentaba a
una pareja de ancianos que se decían mutuamente que, para seguir queriéndose,
necesitaban “desaprenderse” para volver a empezar.
Como decíamos, ésta época
de cambios y crisis existenciales y sociales, ha traído consigo una evidencia
sorprendente, que no es otra que la de que necesitamos “vaciar”, hacer sitio en
nuestra mente, atiborrada de antiguos conceptos, creencias preestablecidas y
conocimientos pasados de moda o errados,
para aceptar los nuevos cambios, la nueva mentalidad. Así lo aseguran desde los
asesores de “coaching” más prestigiosos, hasta los psicólogos o estudiosos de
la nueva sociedad positivista que se va gestando.
Pero, nuestro cerebro,
tan acostumbrado a absorber información, se resiste a la función contraria.
Todos sabemos lo costoso que resulta que una persona cambie de creencias que
han configurado su vida, o admita como realidades aquellas situaciones que
rechaza; sin embargo, en algunos casos resulta no solo útil, sino necesario
para comprender el entorno y desarrollarnos como seres humanos.
El escritor y sociólogo
futurista Alvin Toffler, autor de Future Shock y The
Third Wave dijo: "Los
analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos
que no sepan aprender, desaprender y reaprender."
¿Por dónde empezar a “desaprender”?
En una cultura que ha
convertido a sus ciudadanos en máquinas de consumir, en pos de una economía
devoradora, lo primero a entender es que no necesitamos tantas cosas materiales
para subsistir, ni para estar cómodos o gozar de mayor bienestar. Las crisis
económicas parecen llegar a propósito de demostrarnos esto. Después de décadas
de sociedad industrial y tecnológica, en las que la ciencia ha demostrado
inútiles y obsoletas numerosas creencias del pasado, la propia ciencia y
tecnología se revelan incapaces de conseguir la felicidad del ser humano. De
ahí la necesidad de éste de volver a sus orígenes, de reconocerse en su
interior olvidado.
Y no hablamos de renunciar
al progreso y sus buenas conquistas, sino de recuperar la esencia espiritual- o
mental, como prefieran- que estábamos perdiendo. Cada vez más personas se
apuntan a la “moda” del coaching, la autoayuda, las temáticas de crecimiento o
desarrollo personal, o las religiones de nuevo o viejo cuño. El estrés y los
estados de ansiedad o depresión están a la orden del día, y el ser humano
parece darse cuenta de que es algo más que un consumidor inmerso en un mundo de
consumidores con mentalidades establecidas y conservadoras. Buscando la
singularidad, ya no vale el individualismo, y todos queremos ser nosotros
mismos, auténticamente, e interconectados con los demás.
Recuperar valores humanos
como la sonrisa habitual, la alegría por vivir, el contacto con los otros, la
calidez y el respeto en el trato, o la sensación de la ser parte de la
naturaleza, y no solo sus destructores, van recobrando su lugar en los nuevos
buscadores de una sociedad más humanizada, menos encorsetada y tecnificada.
Crear y dejar de destruir
Hasta las empresas más
agresivas y competitivas en el mundo de los negocios, recomiendan a sus
ejecutivos un cambio de mentalidad para enfocar sus nuevas estructuras. El
viejo estereotipo del ejecutivo inflexible, cargado de diplomas y experiencia
empresarial, va siendo reemplazado por el de aquellos individuos con capacidad
de cambio, de aprendizaje de nuevas fórmulas organizativas, de adaptación a
nuevos modelos que hacen a las personas más efectivas, utilizando el elemento
grupal más que el individual y agresivo.
La sociedad global se
muestra cansada de destruir recursos del planeta para fomentar su propio
consumismo. Existe el miedo a las pandemias, a las amenazas apocalípticas del
cambio climático o la deforestación masiva, entre tantas otras, y la humanidad
empieza a entender que debe buscar en su interior lo que no ha encontrado en el
exterior, para reconstruir aquello que ha estado destruyendo en aras de un
pretendido bienestar.
Por eso prima hoy en día
un regreso a la imaginación y creatividad humanas, como valores a tener
presentes para formar la vida futura, al que se van viendo empujados todos los
ámbitos, desde el educacional hasta el empresarial. Y, para eso, cada persona
debe encontrar su equilibrio, redescubrir su potencial y dejar atrás las viejas
convicciones y los antiguos preceptos. Uno de ellos, el que nos enseñaba que
había que saber envejecer, va siendo reemplazado por entender que es más
importante saber crecer como persona; lo que nos obliga a desaprender muchos
tópicos que formaban la conciencia colectiva.
Esta entrada me gusta especialmente, Lola, por la importancia que tiene el intentar despojarnos de antiguas ataduras para sentirnos mejor personas, abandonar si podemos lo añojo a lo que estamos acostumbrados y que, en ocasiones, nos ha perjudicado más que beneficiarnos.
ResponderEliminarY me parece estupendo que las personas tiendan a ir hacia métodos de auto-ayuda o crecimiento personal: nos hace más grandes y creo que consigue que nos conozcamos mejor y sepamos discernir lo que nos produce mayores beneficios y podérnoslo aplicar.
Buen blog, niña. Una buena ayuda que nos va a venir estupendamente.
Besos arrechuchaos, guapetona!!!
Gracias, MariMarmo...Por tus palabras, y por seguir siendo la primera en hacer acto de presencia en las "cositas" que escribo...¡Me encaaanta!...,por eso te llamo, si no tenteras,jejeje.
ResponderEliminarAchuchonaco pa ese rincón de los Madriles.