martes, 26 de junio de 2012

Aprendiendo a desaprender






Aprendemos desde, prácticamente, el momento de nacer. El recién nacido “aprende”  de forma automática e inconsciente a respirar por la nariz, a mover sus manos para agarrar las cosas, a succionar su alimento. Desde ese momento y en adelante, la vida es un continuo aprendizaje, voluntario o involuntario, y todo en nuestro entorno nos alienta a aprender nuevas ideas, actitudes o habilidades, que formarán nuestra forma de ser y de pensar.


Por eso, pocos de nosotros esperábamos de adultos que una palabra que suena tan ajena a nuestra mentalidad fuese cobrando fuerzas de prioridad, en la época que nos ha tocado vivir: “desaprender”. Pero, así es; desde el mundo empresarial hasta los nuevas teorías para mejorar la personalidad, recomiendan cada vez en voz más alta que desaprendamos conceptos que se demuestran obsoletos o equivocados, y que nos inculcaron como ideas o incluso valores, tiempo atrás.

¿Qué es desaprender?

La palabra “desaprender” va pasando de ser algo extraño y contradictorio a, incluso, un término de moda, utilizado hasta como reclamo publicitario. Un innovador anuncio, presentaba a una pareja de ancianos que se decían mutuamente que, para seguir queriéndose, necesitaban “desaprenderse” para volver a empezar.

Como decíamos, ésta época de cambios y crisis existenciales y sociales, ha traído consigo una evidencia sorprendente, que no es otra que la de que necesitamos “vaciar”, hacer sitio en nuestra mente, atiborrada de antiguos conceptos, creencias preestablecidas y conocimientos  pasados de moda o errados, para aceptar los nuevos cambios, la nueva mentalidad. Así lo aseguran desde los asesores de “coaching” más prestigiosos, hasta los psicólogos o estudiosos de la nueva sociedad positivista que se va gestando.

Pero, nuestro cerebro, tan acostumbrado a absorber información, se resiste a la función contraria. Todos sabemos lo costoso que resulta que una persona cambie de creencias que han configurado su vida, o admita como realidades aquellas situaciones que rechaza; sin embargo, en algunos casos resulta no solo útil, sino necesario para comprender el entorno y desarrollarnos como seres humanos.

El escritor y sociólogo futurista Alvin Toffler, autor de Future Shock y The Third Wave dijo: "Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender."

¿Por dónde empezar a “desaprender”?
En una cultura que ha convertido a sus ciudadanos en máquinas de consumir, en pos de una economía devoradora, lo primero a entender es que no necesitamos tantas cosas materiales para subsistir, ni para estar cómodos o gozar de mayor bienestar. Las crisis económicas parecen llegar a propósito de demostrarnos esto. Después de décadas de sociedad industrial y tecnológica, en las que la ciencia ha demostrado inútiles y obsoletas numerosas creencias del pasado, la propia ciencia y tecnología se revelan incapaces de conseguir la felicidad del ser humano. De ahí la necesidad de éste de volver a sus orígenes, de reconocerse en su interior olvidado.

Y no hablamos de renunciar al progreso y sus buenas conquistas, sino de recuperar la esencia espiritual- o mental, como prefieran- que estábamos perdiendo. Cada vez más personas se apuntan a la “moda” del coaching, la autoayuda, las temáticas de crecimiento o desarrollo personal, o las religiones de nuevo o viejo cuño. El estrés y los estados de ansiedad o depresión están a la orden del día, y el ser humano parece darse cuenta de que es algo más que un consumidor inmerso en un mundo de consumidores con mentalidades establecidas y conservadoras. Buscando la singularidad, ya no vale el individualismo, y todos queremos ser nosotros mismos, auténticamente, e interconectados con los demás.

Recuperar valores humanos como la sonrisa habitual, la alegría por vivir, el contacto con los otros, la calidez y el respeto en el trato, o la sensación de la ser parte de la naturaleza, y no solo sus destructores, van recobrando su lugar en los nuevos buscadores de una sociedad más humanizada, menos encorsetada y tecnificada.

Crear y dejar de destruir

Hasta las empresas más agresivas y competitivas en el mundo de los negocios, recomiendan a sus ejecutivos un cambio de mentalidad para enfocar sus nuevas estructuras. El viejo estereotipo del ejecutivo inflexible, cargado de diplomas y experiencia empresarial, va siendo reemplazado por el de aquellos individuos con capacidad de cambio, de aprendizaje de nuevas fórmulas organizativas, de adaptación a nuevos modelos que hacen a las personas más efectivas, utilizando el elemento grupal más que el individual y agresivo.

La sociedad global se muestra cansada de destruir recursos del planeta para fomentar su propio consumismo. Existe el miedo a las pandemias, a las amenazas apocalípticas del cambio climático o la deforestación masiva, entre tantas otras, y la humanidad empieza a entender que debe buscar en su interior lo que no ha encontrado en el exterior, para reconstruir aquello que ha estado destruyendo en aras de un pretendido bienestar.

Por eso prima hoy en día un regreso a la imaginación y creatividad humanas, como valores a tener presentes para formar la vida futura, al que se van viendo empujados todos los ámbitos, desde el educacional hasta el empresarial. Y, para eso, cada persona debe encontrar su equilibrio, redescubrir su potencial y dejar atrás las viejas convicciones y los antiguos preceptos. Uno de ellos, el que nos enseñaba que había que saber envejecer, va siendo reemplazado por entender que es más importante saber crecer como persona; lo que nos obliga a desaprender muchos tópicos que formaban la conciencia colectiva.

2 comentarios:

  1. Esta entrada me gusta especialmente, Lola, por la importancia que tiene el intentar despojarnos de antiguas ataduras para sentirnos mejor personas, abandonar si podemos lo añojo a lo que estamos acostumbrados y que, en ocasiones, nos ha perjudicado más que beneficiarnos.
    Y me parece estupendo que las personas tiendan a ir hacia métodos de auto-ayuda o crecimiento personal: nos hace más grandes y creo que consigue que nos conozcamos mejor y sepamos discernir lo que nos produce mayores beneficios y podérnoslo aplicar.
    Buen blog, niña. Una buena ayuda que nos va a venir estupendamente.
    Besos arrechuchaos, guapetona!!!

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  2. Gracias, MariMarmo...Por tus palabras, y por seguir siendo la primera en hacer acto de presencia en las "cositas" que escribo...¡Me encaaanta!...,por eso te llamo, si no tenteras,jejeje.

    Achuchonaco pa ese rincón de los Madriles.

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