Desde que se empieza a tener uso de razón (lo que quiera que
se entienda por eso), empiezan a “hacernos”. En casa te quieren buenecita,
tranquila, cariñosa, obediente…En el cole, unos te quieren traviesa, cómplice y
divertida, y a otros les basta con que te enteres de lo que toca y
no des mucho trabajo (a eso le llaman ser aplicada). Cuando creces, empiezan a
quererte de más maneras, y la cosa se complica…. Los jefes te esperan
responsable y eficiente, los compañeros solidaria entre otras cosas, el noviete
cariñosa, sexy (para él y para que le envidien, claro) y siempre de acuerdo; la familia atenta y nada respondona; los
amigos dispuesta a atenderles y a no ser plasta; las dependientas, de talla media tirando a
delgada (o nunca tienen tallas); los albañiles “jamona” y muda….
Cuando eres esposa y madre, te quieren. Pero te quieren para
un montón de cosas que les vale a marido e hijos. No te pongas muy cómoda
porque te harán egoísta; no te comas el mejor bocado porque ídem; no les cuentes tus problemas porque los suyos
son más gordos; no te pongas enferma, porque no tienen tiempo para tus neuras…
Y sigues siendo hija, y tus padres te hacen incapaz de faltar a visitarles o
atenderles, así que visitas y atiendes.
Pero el colmo es que te hagan, también intelectualmente. Una
se define feminista, y resulta que las otras “feministas” te dicen que tienes
que odiar a los hombres…Una se define no feminista (es mentira) y entonces
tienes que odiar a las feministas…Una se define política, y tienes que tener
partido…Una se define apolítica (es imposible) y resulta que no puedes hablar
de política…Una se define femenina y tienes que odiar a las feministas, adorar
las marcas, hacer dieta todo el año y llevar tacones, entre otras cosas poco
cómodas e inútiles…Una se define mujer y tienes que acatar a los machistas…Una
se define intelectual y te esperan aburrida, con gafas, y el pelo sin lavar….Una
se define inteligente y te llaman pretenciosa….¡Vale ya!
Me hago yo, me defino yo, yo sé cómo soy y cómo quiero ser.
También sé que amar no es abusar, ni dejar de amarse una misma. También sé que
la inteligencia no estorba a sentirse guapa. También sé que sentirse guapa no
es para agradar a los hombres…, ni a las mujeres. También sé que tener amigos
no es aguantar gorrones, reír las gracias y hacer ver que no escuchas cuando te
critican. Y sé que para ser persona da igual ser hombre o mujer. Y que el respeto es recíproco y se gana. Y
que si te lo dejas quitar, te moldean y ya no eres nada.
No me construyan, no me hagan, ya soy. Y ustedes también,
vosotros también, pero hace falta decirlo a los cuatro vientos, dictarlo
incluso, para que te vean, para que lo sepan, para que no quieran suponerte o
hacerte o meterte en un estereotipo.
No me hagan, escúchenme. No me supongan, mírenme. Y, si no les gusto, hagan como yo: déjenme ser
. Es mucho pedir, supongo.